jueves, 10 de noviembre de 2016

Presidentes, políticos y líderes

Circo. Esa es la primera palabra que me surge.
Durante el año pasado y este, tuve la oportunidad de encontrarme en Estados Unidos y ver gran parte del espectáculo de la campaña presidencial.
El año pasado estaban eligiendo al candidato de cada partido, por aquella entonces, todos se tomaban a Trump como una broma de mal gusto, a pesar de que ya se encontraba primero en las encuestas de los republicanos.
Del otro lado –o del supuesto otro lado –estaban Hillary y Bernie, y ya se veía que aunque el segundo tal vez fuera más coherente, la primera tenía opciones más “realistas” de ganar un enfrentamiento con Trump.
Y este año, llegué cuando la cosa estaba más caliente. El enfrentamiento estaba definido y la batalla prometía ser feroz. Toda la media estaba pendiente, a la caza de jugosos reportajes, la emoción se sentía en el ambiente, la tensión, la rivalidad, el mutuo desprecio entre ambos contrincantes. Y yo me preguntaba, ¿Esto sigue siendo política? ¿Es esto tan siquiera real?
Me daba la sensación de estar en medio de una batalla épica, como en un enfrentamiento entre Romanos y Cartaginenses, pero al mismo tiempo me sentía que estaba viendo un combate de lucha libre, ya saben, de esos combates en los que tan solo se hacen piruetas, se dan puñetazos falsos y tan solo se busca dar un buen rato de entretenimiento al público.
De la convención de los republicanos vi muy poco, pero tenía ganas de escuchar hablar a Trump. Nunca había visto un discurso entero suyo, y sigo sin verlo. Aguanté unos 10 minutos, no porque el tipo me cayera mal, sino porque lo que decía era simplemente un disparate, y ni siquiera se esforzaba por disimularlo.
Sin embargo, sí que me tragué una buena parte de la convención demócrata. Quería ver a los supuestos buenos de la película. Allí salieron Obama, Michelle, gente famosa y demás personajes, todos apoyando a Hillary, diciendo sus miles de virtudes, dando incontables argumentos para apoyarle y votarle, pero me llamó la atención de que todos los que hablaron en la convención (al menos me pareció a mí) insinuaron que si no se apoyaba a Hillary, la alternativa sería mucho peor.
Y ahora, resulta que esa opción mucho peor se convierte en el nuevo presidente del país. La verdad no me lo podía creer, pensaba que se trataba de una broma, al fin y al cabo Trump siempre había sido eso. Al menos toda la gente con la que hablé de Estados Unidos decía eso, todos salvo Frank. El bueno de Frank sí que sabía por dónde iban los tiros.
“Tan solo esperad hasta noviembre chicos, en noviembre todo cambiará cuando Trump sea presidente” vaticinó él allá por el mes de junio.
Y todo el mundo lo creía un loco.
Bueno, en fin, ¿Qué opino yo de todo esto?
Nada. Pero esta me parece una gran oportunidad para expresar algunas cosas que siento.
En primer lugar, aparte de la presidencia de Estados Unidos, también estuve en Bolivia durante el referéndum para determinar si Evo Morales se podía quedar de manera indefinida como presidente. Y llegué a España justo después de las segundas elecciones y a tiempo para ver cómo se planteaba llegar incluso a unas terceras.
¡Ah! Y también estuve de pasada en Perú, también días antes de las elecciones presidenciales, que se ve que allí también había candela.
Y en todos esos lugares la gente depositaba tanta energía en la política, gastaban tanta saliva en hablar de políticos y presidentes, derrochaban ilusión y rabia en partes iguales. La gran mayoría buscando líderes, representantes dignos que cambien las cosas para mejor.
En estos dos días he visto muchas reacciones de la gente hacia el nuevo presidente de los Estados Unidos. Y yo me pregunto, ¿Por qué?
¿Por qué importa tanto una persona?
Y me da igual que sea un tipo corrupto, machista, racista y lo que sea. Me da igual que ahora ese tipo ostente un cargo llamado “presidente”. Es una persona, una sola persona, ¿Por qué importa tanto? ¿Puede una sola persona cambiar algo a nivel global?
Sí. Lo que me sale responder es sí. Todas las personas tienen la capacidad de hacer algo así. Y por esa misma razón, ¿Por qué invertir energía en un payaso?
Si de verdad sentimos que un cambio es necesario, ¿Por qué no cambiar nosotros?
Si vemos que el egoísmo consume al mundo, ¿Por qué no ver si nosotros estamos siendo egoístas?
Si observamos que el mundo vive con miedo y que la libertad no puede existir cuando hay miedo, ¿Por qué no hacer al respecto?
¿Por qué buscar un líder que cambie las cosas?
¿Por qué nosotros somos insignificantes y ellos no?
No creo en líderes, no creo en políticos, presidentes, gurús, sacerdotes o el título que se quiera inventar. No creo en la autoridad, en ninguna de sus formas.
Y siento, firmemente que la mayor luz que puedo ofrecer al mundo y a la vida, es ser yo mismo, expresar lo que de verdad siento. Y en esa expresión, en esa libertad, hay amor. Y el amor es lo único que de verdad cambia algo, o mejor dicho, todo.
Siento que cuando mis acciones no llevan amor dentro, lo que hago es quitar luz al mundo. Quito luz al mundo cuando juzgo, cuando por miedo no hago lo que siento, cuando ambiciono más de lo que necesito, cuando me separo y cuando compito, cuando envidio y cuando mis actos se impregnan de egoísmo.
Y cuando privas al mundo de amor, estás ayudando a crear un mundo corrupto.
Tal vez podría ser una buena oportunidad para preguntarnos lo que realmente importa en esta vida y hacer algo al respecto.
Y, al menos para mí, lo más importante de esta vida es amar. Todo lo demás es algo secundario.


P.D.: Éste vídeo me pareció muy poderoso y está relacionado con lo que he escrito:
https://www.youtube.com/watch?v=YE27SgMEXHo

martes, 8 de noviembre de 2016

La vida en pareja

Pareja, novios, amigos, lorzombawers… La verdad, no tengo ni idea de cuál sería la palabra para definir lo que hay entre nosotros.
Sin embargo, el hecho es que tú y yo vivimos juntos.
Desde que te conocí, con las primeras lluvias de otoño hace dos años, el tiempo que hemos pasado juntos ha sido 24/7. Antes incluso de besarnos, mimarnos y dormir en la misma cama (o en dos camas individuales una al lado de la otra), ya vivíamos juntos.
Me encanta recordar cómo nos conocimos. Me gusta verte recién llegada de Ghana, con tu falda larga, tu mochila gigante y los pies sucios.
A veces, cuando te miro, veo todo el camino que hemos recorrido. Las dunas del desierto, la carpa en medio de la arena, los reencuentros… Me vienen emociones como vientos del sur, removiéndome por dentro. Cuánto hemos vivido…
Recuerdo mi desesperación por volver a verte, las miles de ideas que se me ocurrían para estar juntos, para verte tan solo una vez más. Al principio el mundo giraba en torno a nuestro próximo encuentro, todas mis energías destinadas a que eso fuera posible.
Y al final, fue justo lo que pasó. ¿Te das cuenta de todo lo que hicimos?
Nos recorrimos una buena parte de Estados Unidos, y en ese proceso peleamos por comida, disfrutamos del paisaje, cantamos Some one like you a todo pulmón en el Lexus de tu papá. Discutimos por el futuro, sufrimos inseguridades, comimos helado de blackrasberry chip, conocí tu universidad, nos sentimos incómodos, me presentaste a tus amigas. ¡Te disfrazaste de una banana! Y yo de una tortuga ninja. Vimos a Guille en San Antonio, nos inventamos una historia, ¡Jessica te sorprendió! Y tú lloraste. Conocí al Wolf pack. Yo volé a Lima.
Tú fuiste a Bolivia. Conociste a mi mamá, a mis hermanos, a Daniel, a Mamá Agarita, a Gloria, a Janine y a todos sus hijos. Hicimos el Totorapata y nos embadurnamos de lodo. Fuimos a Arubai, ¡Nos bañamos en Cuevas! Tomamos helados con Pamela. Fuimos al Alto y aprendimos con los chicos. Cocinamos para 15 personas, jugamos al frisbee contra Miguel y Cristian, y perdimos, pero en realidad ganamos.
Volvimos a Estados Unidos, tuvimos conflictos con tus papás, fuimos a Minnesota, trabajamos en una finca orgánica. Nos sacamos ampollas limpiando el maldito Pond, nos bañamos chutos, comimos delicioso y nutritivo. Tomamos organic fresh Whole Milk. Conocí a Silvie, fuimos a bailar juntos y nos divertimos, muchísimo. Vimos otra vez a Jessica, ¡Pasamos más de una semana con ella! Nos sentimos como niños, porque lo somos. Estuvimos con Jordyn, pasamos por Madison. Vimos la campaña presidencial. Fuimos a la boda de Maria, bailamos hasta dejarnos el alma en la pista. Cuidamos a Mason y Reid, fue estresante, nos sentimos muy frustrados cuando no nos hacían caso. Pero los disfrutamos. Yo me tiré por primera vez de un diving board, e hice un mortal, y caí con la espalda. Vimos ganar a los Cavaliers, juntos, en Ohio.
Vimos a Ginóbili jugar sus últimos juegos olímpicos. A ti no te importaba, pero estabas ahí, disfrutándolo igual, solo porque a mí me apasionaba.
Siempre has estado, en todos los momentos. Has estado cuando yo me hundía y cuando volaba. Me has abrazado cuando yo sentía que no lo merecía. Has escuchado mis complicaciones y mis acentos irritantes en inglés. Has sido mi chófer y yo he sido el DJ.
Ha sido duro, agotador, estresante y excitante. Ha habido momentos de nada y momentos de todo. Silencio, paz, gritos y ruido. Frío y calor, sopa y ensalada. Hemos crecido y también nos hemos encogido. Hemos cambiado de voz, de ropa y de células.
Nunca ha sido perfecto. Pero siempre ha sido mágico, es mágico. Ha habido veces que nos hemos quedado sin respuestas y hemos vagado por la incertidumbre. Hemos buscado seguridad y nos hemos aferrado el uno al otro por miedo a salir al mundo solos.
Al principio tan solo importaba estar juntos, pero ahora siento que entramos en una etapa en la que queremos construir sobre esa base. Queremos vivir juntos, compartir un espacio en el que abrazarnos, comer, leer y dormir. Pero al mismo tiempo tenemos otras inquietudes, otras cosas vibrando en el interior. Cada uno siente que quiere seguir y descubrir lo que le apasiona, dedicar energía a ello. Pero asusta que el hacerlo derrumbe lo que tanto ha costado construir.
Sin embargo, tú y yo no hemos construido nada. Tan solo nos hemos amado, y cuando hay amor, las cosas florecen solas.
Una vez me dijiste que lo nuestro funcionaba porque lo dejábamos funcionar. Eso fue hace un año y medio y lo seguimos olvidando, una y otra vez.
Continuamente nos entra el miedo a que si no hacemos un esfuerzo por mantenernos unidos, todo esto se va a desmoronar. Pero lo único que quiere mantenerse unido es lo que está separado. Y desde luego, cuando tenemos miedo, nos sentimos separados, muy lejos el uno del otro.
Y tampoco sirve forzarnos a no forzarnos. Eso no tiene ningún sentido, ya lo hemos comprobado los dos.
El amor es la esencia de esta relación, y es la esencia de la vida. Y me doy cuenta de que cuando te amo de verdad, no pretendo alterarte en absoluto. El amor no pretende cambiar, ni tampoco hacer sentir mejor, el amor no está aquí para combatir al miedo. El amor no lucha, tan solo se entrega, incondicionalmente.
El problema es que a veces olvidamos la esencia y nos centramos en la superficie. Y en la superficie están todos esos problemas y conflictos en los que nos envolvemos.
Y empezamos a creer que lo importante de la vida es la superficie. Esa superficie en la que están las búsquedas de seguridad, el dilema del dinero, el problema de tener que venderte, el egoísmo y la dependencia.
Pero cuando vuelvo a la esencia, de verdad que siento que todo eso es la superficie, tan solo una nube pasajera en el horizonte. Todos los pensamientos son tan solo eso, pero a veces nos distraemos y los hacemos nuestros, y nos metemos en la nube, y nos volvemos grises y pesados. Pero hasta las nubes grises descargan lo que llevan dentro y derraman lluvia, vida en forma líquida.
Tan solo quiero agradecerte por todo. Por cada instante que vivo contigo. Todo ha cambiado desde que esta aventura tuvo comienzo. Mi pelo es más largo, mi barba más frondosa, tus bíceps más grandes, nuestros hábitos alimenticios más saludables y nuestras cacas más frecuentes. Lo único que sigue igual son tus pies sucios, tus uñas largas y tu belleza, reluciendo en cada una de tus pecas, en cada mechón de pelo, en cada uno de tus latidos y todas tus miradas, sonrisas y expresiones.
Han surgido conflictos y complicaciones, y no sé cuándo dejarán de aparecer. Tal vez nunca lo hagan, incluso, puede que los conflictos y complicaciones no sean un problema. Quizás tan solo sean oportunidades para cambiar y hacer algo distinto, la verdad es que no lo sé.
Pero sé que te quiero y que mañana voy a verte. Sé que quiero vivir contigo, ya sea en el sur o en el norte. Sé que el lugar no es un problema y que puedo ser yo mismo y vivir de corazón en cualquier sitio.
Sé que no necesito decirte que las cosas saldrán bien, porque todo, en este momento, ya está bien.
Eres libre amor, eres libre y estás viva, caminando por un lienzo de infinitas posibilidades.