Amor:
Estoy en Perú. El ordenador está temblando.
Hay nubes en el horizonte, nubes que dan sombra a las montañas del altiplano.
He visto llamas, vicuñas y halcones. La naturaleza es una artista, la mayor
artista de todos, pero aun así, nos empeñamos en ir en contra suya.
Porque amor, también he visto ciudades,
ciudades cargadas de publicidad, de anuncios que venden condominios con
piscina, anuncios de gente blanquita y elegante. He visto edificios enormes
también aquí. Está pasando en todas partes, no solo en Estados Unidos, el
desarrollo ha llegado también aquí, con todas sus consecuencias.
Me dolió, ¿Sabes? Ver que aquí también se
persigue el sueño americano.
Y me vienen a la cabeza todo lo que hemos
vivido en Estados Unidos, todas las personas que hemos conocido; las auténticas
y las que no se permiten ser auténticas; las sencillas y las que se complican
en apariencias. Me vienen a la cabeza Jim y Bryant, esos dos chicos a los que
dimos un dólar y con los que conversamos de verdad, en una acera, esos chicos
con los que lloramos y a los que abrazamos. Y me vienen también todos los
abrazos que te di; porque abrazarte es lo más importante. Los abrazos son los
más importante, de eso no cabe duda.
Esa tierra que llaman Estados Unidos es
hermosa, pero no lo es por sus rascacielos, por su diversidad culinaria o el
supuesto sueño americano. El sueño americano es una ilusión que divide a las
personas, un símbolo que incita a la competición y la avaricia.
Pero me da pena, me da pena que el mundo
quiera seguir ese sueño. En el autobús en el que estoy, ya han puesto unas 7
películas seguidas, cinco de las cuales han sido producciones de Hollywood, de
entre las cuales 3 han sido completas americanadas. Películas con sus héroes y
sus villanos, películas que hacen alarde a la violencia y a los estereotipos de
género. Y ¿Sabes qué? Por las ventanas teníamos a nuestra disposición la mejor
película que se puede ofrecer: El mundo real, con sus estepas, sus aldeas de
casas de ladrillo y calles de tierra.
Estoy en un autobús en el que llevo casi 24 horas.
Solo me he levantado para orinar y para dejar paso para que el chico de mi lado
vaya a orinar.
Durante la noche un niño no paraba de gritar y
la mamá no dejaba de intentar hacerlo callar. La gente murmuraba quejidos por
el ruido, pero a mí no me molestaba; era tan solo un chiquillo gritando.
Tampoco me molestó que mi compañero de asiento ocupara parte de mi sitio con su
espalda y sus nalgas, de hecho, era bonito sentir cerca a otro ser humano.
Y ahora quiero correr, ya me lo imagino,
extender las piernas, moverlas despacito primero, dar saltitos y luego
acelerar, extender la vista al cielo y con un poco de suerte llegar hasta el
lago Titicaca y disfrutarlo.
Pero con respecto a la pobreza y al
materialismo; yo no tengo solución. No sé qué hacer para que no haya viviendas
sin techo al lado de centros comerciales. Pero no tengo que hacerlo. No estoy
aquí para buscar soluciones, ni para hacer política. Estoy aquí para vivir y
para amar, para amarte a ti y a todo el mundo. Estoy aquí para abrazarlo todo,
incluso a la fealdad, incluso al egoísmo y al miedo que engendra. Porque
abrazar es lo más importante. Y para dar un abrazo auténtico tienes que abrir los
brazos, estar completamente vulnerable; y alguien vulnerable es alguien
sensible y se necesita sensibilidad en este mundo. Pero hay tantas ocupaciones
y distracciones que nos mantienen en un estado constante de insensibilidad.
¿Te imaginas un mundo en el que los abrazos
fueran lo más importante?
Al menos para mí, ya lo son.
Gracias por volver, últimamente es lo más cercano a la sensatez que tengo. Es maravilloso vivir con los brazos abiertos, aunque responde mejor la vida, la naturaleza, los animales... ¿Porqué el Ser Humano no se entera de nada a veces? Disfruta en el Titicaca. Me encanta como vas de sitio a sitio con el corazón abierto no sólo los brazos.
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