Quiero empezar este texto diciendo Gracias.
Sé que soy muy repetitivo con esa palabra, pero yo creo que
nunca me cansaré de ella. Es una palabra preciosa, dos sílabas que te liberan
por dentro, que reconocen que el mérito no es tuyo, sino de algo más grande; y
no me refiero a otra persona. El agradecimiento auténtico va dirigido de manera
directa a la fuente de donde proviene el amor. Porque el Amor es lo único por
lo que vale la pena decir gracias, y todos tenemos una fuente inagotable de
amor fluyendo por nuestras venas.
Puede que esto suene demasiado meloso, cursi y más pomposo
que las nubes de algodón rosado. Pero, al menos en lo que a mí respecta, en
cuanto me dejaron de importar esos calificativos cuando tenía explosiones de
amor y gratitud, sentí que volví a nacer.
No sabes lo liberador que resulta permitirte llorar cuando
te dé la gana y por cualquier motivo, dejando que las gotas de emoción se
transformen en caudalosos ríos surcando tus mejillas. Sí, ahora no le pongo
filtro ni tapón alguno a mis emociones, dejo que corran como caballos salvajes
por mi interior y siempre les dejo la puerta abierta para cuando quieran
manifestarse ante el mundo externo. Desde entonces, todo se ha vuelto muchísimo
más emocionante. Porque al sentir más y sobre todo, al permitirte sentir más,
cada segundo de vida se transforma en algo increíble. Los arbustos más
escuálidos te parecen majestuosos, las risas de los niños te alegran las
entrañas, los gestos de bondad se convierten en el chocolate caliente de cada
mañana y los abrazos en tu comida principal. Sin embargo, tampoco te voy a
mentir, quitarte corazas te hará más sensible no solo a las experiencias
positivas, sino también a las negativas. Y el dolor que percibes en otras
miradas será también tuyo, las penas de los demás resonarán en tus oídos, por
mucha cera que los recubra. La crueldad y la injusticia harán que te desgarres
por dentro, que tu alma se resquebraje como la tierra del desierto.
Y por eso es tan importante Agradecer, porque cuando lo
haces, estás reconociendo y fortaleciendo la fuente del amor.
Ese es mi método para cambiar el mundo: Amar y Agradecer.
Hace un mes, partí hacia la tierra de mi adolescencia, hacia
el sitio más parecido a un hogar que conozco. Allí llevé toda mi nueva
filosofía, con ganas de ponerla en práctica y ver qué pasaba.
Lo único que ocurrió, fue que viví feliz. No hice nada
extraordinario, salvo levantarme relativamente pronto, correr por la playa,
pedalear sobre una bici con los brazos extendidos, leer historias cautivadoras
e intentar escribir unas cuantas.
Descubrí que lo que tanto me gustaba de aquel sitio, no era
el sitio en sí, sino más bien la gente con la que inundé de recuerdos la arena
del mar. Fueron ellos los que colocaron estrellas en mi universo, que se
encienden siempre que las necesito. Era la amistad que flotaba por las aceras
lo que hacía de aquellas tierras algo tan especial.
Durante el último mes compartí tanto como pude con ellos.
Los estreché entre mis brazos por cualquier excusa, les hice saber cuánto me
importaban cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo. Lloré mucho, como
siempre, tal vez más que nunca. Nos burlamos de mi sensibilidad, pero más de
una de esas personitas se unió a mis arrebatos de emoción.
Y al final de mi viaje, durante la aventura final,
atravesamos túneles y cañones de roca caliza, levantando polvo con las ruedas
de nuestras bicis, homenajeando la juventud de nuestro espíritu. En ese
recorrido, no teníamos mapa ni planes estructurados. No conocíamos el camino,
ni la hora de llegada a nuestro destino, aunque siempre tuvimos la certeza de
que llegaríamos; al fin y al cabo, si nuestra mente ya estaba allí, ¿Por qué no
iba a conseguirlo nuestro cuerpo?
Lo único que sabíamos era que mientras el mar nos quedara a
la derecha todo iría bien. Y así fue.
Para mí, aunque atraviese el Atlántico y recorra el corazón
de las Américas, aunque no tenga nada claro y me deje guiar por lo que me late
por dentro, sé que el mar siempre estará a la derecha, porque cuando amas lo
que haces y agradeces lo que eres, todo sale bien.
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