Soy el viento cuando hay brisa, tú eres las arrugas de mi
risa. Soy tu pregunta sin respuesta, tú eres la sensación de desconcierto,
después de una larga siesta. Soy lava y tú huracán, porque eres el tornado de mi
volcán. Soy tus pasos, tú eres mi aliento. Eres el sol que me levanta, el
horizonte que se agranda. Yo, en cambio, soy el que no te espera, pero que cada
noche te sueña. Soy tus ojos, cuando los cierras. Tú eres zumo de naranja y yo
la miel de tus desayunos. Eres el ayer que se convirtió en mañana y la historia
que cuento con orgullo. Eres mis letras y mis palabras, la que convierte tus
latidos en mis párrafos. Soy la corriente que te aleja de mis brazos, soy la
voz que te alienta a proseguir tu aventura. Tú eres la tierra más allá del mar,
el hogar de los sueños y travesías futuras. Soy tus huellas, cuando no las ves;
el pájaro que vela por tu amanecer. Tú eres el algodón de las nubes y la
tormenta. Eres mi cabello cuando bailo y mis manos cuando inventan, eres la
melodía que mis pulmones llena y el río fluyendo por mis venas. Tú eres la que viene y va, pero que de algún
modo se quedó, yo soy el que está aquí, y que sin embargo se marchó.
Tú, del Norte. Yo, del Sur. Viví sin saber que existías,
creciste sin conocer mi existencia; y aun así, cuando nos encontramos, lo
llamamos coincidencia. ¡Qué más da si fue un minuto! Una hora o un mes. Eres el
infinito que habita en cada instante, ahora lo sé.
Así que da igual lo que yo sea, mientras tu espalda sea
lienzo y mis labios acuarela.
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