Hay una fina lluvia resbalando por todas partes, formando
gotas gorditas, mojando de a poco, pero mojándolo todo. La humedad se mezcla
con el aire frío. Las luces opacas de las farolas se funden con la niebla. El
mundo respira tranquilo y el silencio se esparce sin prisas, escuchándolo todo.
No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero ya siento un profundo
afecto hacia esta ciudad. Me gusta abrigarme y no saber si el cielo se
despejará o no. Me gusta ver colinas verdes en el horizonte y escuchar acentos
cantarines.
Los árboles ya empiezan a desnudarse, preparándose para el
invierno. El invierno en el Norte. Me gusta decir que vivo en el Norte. Suena
épico y desafiante.
Mis días transcurren sigilosos, escabulléndose entre fechas
de calendario. Doy clases, hablo inglés, preparo guisos, lavo platos, me lavo
los dientes y entreno básquet a unas horas un poco extrañas.
¿Qué más da lo que yo haga? ¿A quién le importa?
A mí me importa. Y con eso es suficiente. Toda vida importa,
y a veces lo olvido. En ocasiones me pierdo en pensamientos, miedos y
apariencias. Pero da igual las veces que crea estar perdido, al final uno
siempre vuelve al camino. Y en el camino no hay nada bueno ni malo, no hay
errores ni aciertos. La vida es el camino, ese camino que no lleva a ninguna
parte y aun así merece la pena ser recorrido.
Hoy sentí ganas de estar en Bolivia de nuevo, me entró un
enorme deseo de estar en Arubai y hacer más excursiones con niños en la
naturaleza. Y al mismo tiempo sentí un cosquilleo con sabor a Valencia, y pasar
tardes con Berni y Panchito, jugar básquet en plan relajado y nada oficial. Hoy
sentí ganas de estar en muchos sitios y con muchas personas. Me sentí muy lejos
de la mayoría, pero al mismo tiempo, tan solo pensar en ellos me hizo sentir
cerca de todos. Los sentí aquí, en Lugo, Galicia, en esta esquinita de España,
tierra de gaitas, pulpos y acantilados.
Hay sueños borboteando en mis venas. Sueños de viajes e
historias, sueños de abrazos y cultivos fértiles. Sueños de un mundo nuevo, un
mundo libre y en el que la libertad no da miedo. Cuando sueño, siento que vivo,
siento que ya existe, y tengo la extraña certeza de que lo que me late por
dentro es cierto.
Voy por la vida con cierta confianza. A veces tambaleo,
tropiezo y caigo, pero confío. De algún modo confío en el corazón y no lo
cuestiono. O bueno, sí, lo cuestiono, pero al final siempre me rindo y dejo de
intentar entender lo que soy o lo que siento. Y cuando dejo de intentar
entenderme, me escucho y me comprendo, y de repente, al comprenderme, lo
comprendo todo. Entonces sonrío y acepto que no sé nada.
Hay tantas posibilidades. El mundo es un lienzo en blanco,
sí que lo es. Da igual que creamos que ya todo está pintado, que ni siquiera
hay espacio para una sola pincelada. En realidad todo está abierto al cambio.
Quiero escribir más, pero no sé qué. No tienes que
excusarte, ni tampoco dar explicaciones.
Este blog, este espacio llamado Nací para Vivir es un lugar
sagrado, es un templo de la sinceridad, un lugar en el que sentirse tranquilo
de ser uno mismo sin temor alguno a ser juzgado. Aquí nadie te va a juzgar, y
por nadie me refiero a mí mismo. Puedes decir lo que sientes, lo que te salga,
y te aseguro que no va a pasar absolutamente nada.
En ese caso Sé libre. Abre tus alas, no tengas miedo a
fallar canastas, no te preocupes por los puntos, ni por los minutos que jugarás
el domingo. Relájate.
Estoy agradecido. Estoy vivo. Tengo alumnitos y alumnos
grandotes. No enseñes inglés por dinero. No te preocupes por ahorrar. Lo que te
sea necesario llegará. No te preocupes por lo que harás después, también te
llegará solo. Las respuestas no llegan cuando las buscas, sino cuando no las
esperas. Volverás a ver a Daniel, y tomar fotos del estoicismo de Berni.
Volverás a escuchar críticas de tu mamá. Vas a ver a Guille de nuevo, y lo vas
a abrazar y vas a hablar con él de miles de cosas y cientos de reflexiones. Un
día vas a bucear con el Rafo por algún mar salado y cristalino.
Las personas dejarán de tirar plástico al mar y se darán cuenta
de que los pececitos son importantes. Ese cambio empieza ahora, en mí. Con lo
que yo tiro a la basura y la basura que evito producir. El cambio empieza en
mis pensamientos, en lo que escribo y lo que digo. El nuevo mundo está en cómo
camino y la atención que pongo a mis pasos.
Un día habrá una casita con huerto, huerto y jardín. Tal vez
una canasta de básquet, ya veremos. Veo niños. Veo niños en el futuro, no sé si
míos. Qué tonterías digo, por supuesto que no serán míos. Yo no tengo nada.
Estoy chuto como en el río Wendá.
Estoy desnudo y mi nariz rebufa como caballo. Mis patas son
fuertes y ágiles, mis crines revoltosas y mi pelaje suave. Mis ojos grandes y
profundos. El espíritu, indomable, libre, siempre libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario