viernes, 24 de agosto de 2018

Run for those hills



Volví, pero partiré una vez más.
Gracias Bolivia. Gracias hermanitos, gracias por la energía de la que me he llenado. Gracias mamá, gracias por ser tal como eres. Gracias Daniel, por escuchar, por filmar, por cocinar.
Gracias Arubai y Javier, gracias a la lluvia que cayó en mi cumpleaños. Gracias a la humedad y los vientos del sur. Gracias a los pilotos de avión que surcaron el Atlántico.
Gracias a todas las personitas con las que compartí estos últimos dos meses.
Ahora estoy en España, en Valencia. Hace calor, pero está bien. Estoy vivo, tengo fuerzas y tengo ganas de continuar.
Me voy a México. ¡México cabrones!
Resulta que tengo una compañera de vida muy aventurera. Resulta que las puertas se abrieron en un poblado de las costas del Pacífico.
Al principio me emocioné. Después me asusté, luego me preocupé, me estresé y tuve tiempo de pensar en todo lo que podría salir mal.
¿Qué se me había perdido a mí en México? ¿Por qué dejar mi vida de lujo en Galicia?
En Galicia lo tenía todo. Era profesor, me sentía valorado en el trabajo. Había personitas con las que compartirme, jugar Catán, leer libros y escuchar. Comía bien, dormía siesta todos los días, me bañaba en el río Miño y ganaba dineritos.
En México no hay nada. Bueno, hay cosas. Hay mejicanos, aguacates y playas. No sé casi nada de México, pero allá voy. ¿Por qué?
Allí va Colleen, esa compañera aventurera que la vida me ha regalado.
Y voy por ella. Voy por ella y ahora no me avergüenza decirlo. Voy por ella, pero voy por mí. Voy porque no tengo motivos razonables para hacerlo.
Voy porque confío en la vida y porque algo me dice que las cosas saldrán bien, o que saldrán como sea que salgan, pero que el camino lleva a Centro América. ¿O México es Norte América?
Me preocupaba no ganar el mismo dinero allá que acá. Me asustaba tener que trabajar más que acá. Me daba pánico empezar una vida con un horario que no me permita dormir siesta.
Pero, aunque parezca imposible, tal vez pueda vivir sin dormir siesta, al menos durante un período de tiempo.
En México hay posibilidades, puertas abiertas que llevan hacia horizontes desconocidos.
Quedarme en Lugo hubiera sido fácil, bonito y cómodo. Pero yo mismo me preguntaba durante el curso pasado cuánto tiempo más seguiría siendo profesor de inglés en una academia.
Yo quería incursionar en otros terrenos de la educación, pero me decía a mí mismo que todavía no era el momento.
Bueno, resulta que la vida me ha brindado la oportunidad de explorar dichos terrenos.
¿Y si no sale bien? ¿Y si me gasto los ahorros que tengo? ¿Y si México no me gusta? ¿Y si hay mucho trabajo? ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si la relación con Colleen se deteriora? ¿Y si cae un asteroide gigantesco y nos aplasta a todos como a cucarachas?
Run, Run for those hills Arielichu.
Tan solo sé una cosa. Sé que hay fuego en mi corazón. Sé que cada día es un regalo y que voy a ir a machete.
Puedo dudar de mí y del mundo todo lo que quiera. Pero no puedo ignorar esa confianza serena que inunda mi pecho. Porque sé que tan solo tengo que entregarme, dejarme ser, compartir lo que soy con la vida.
Tengo ganas de compartir con la gente de allá, de vivir en otro país latinoamericano.
Voy sin saber lo que pasará y sin intención de descifrarlo. Tan solo voy con el corazón abierto y con ganas de abrazar todo lo que se deje abrazar.
Voy con ganas de vivir.
Pero todavía no me voy. ¡Tranquilo!
Estoy aquí. Me voy en un mes. Pero necesitaba expresar esto.
Estoy aquí. Y este momento es igual de importante que el día que empiece la aventura mejicana.
P.D.: Hay una canción que me ha inspirado y acompañado en todo este proceso. Es de Tom Rosenthal, un artista por el que siento una conexión y cariño muy especial. El título es “Run for those hills babe”. Y habla de lanzarse al agua, de ir con ganas y ser atrevido, de que las cosas llegan, cuando tiene que llegar, en los momentos más extraños. La canción es sencilla, alegre y despreocupada. Escucharla, cantarla y silbarla me ha ayudado a comprender este proceso de cambio.
Aquí comparto la canción para quien sienta deseos de escucharla:
https://www.youtube.com/watch?v=Jofq1Fvrm9s&list=RDJofq1Fvrm9s&start_radio=1



domingo, 5 de agosto de 2018

27


Empezó lloviendo. El aire seco comenzó a empaparse. Las ventanas se inundaron de gotas y la cancha se llenó de piscinas de lodo.
Ayer cumplí 27 años. Ayer me metí a la piscina mientras llovía. Ayer corrí chapoteando sobre charcos. Comí guiso de garbanzos, dormí siesta. Volví a correr. Escribí cartas. Hablé por teléfono. Me dejé felicitar. Vi Black Panther y grité “Wakanda Forever”. Jugué al Risk versión Juego de Tronos y elegí a la casa Martell.
Escribe más, más frecuente. No sobre ti. Sobre lo que te rodea. Sobre el mundo exterior.
No. Escribe sobre lo que sientas. No te fuerces. Deja que las cosas pasen. Facilita que ocurran, pero no las empujes, ni te tenses.
Todo a su tiempo. Comer sin hambre es triste, pero hacerlo cuando las tripas te rugen es glorioso.
27 años. Da igual la cifra. Pero es bonito. Es bonito pararse y contar las vueltas que has dado al sol. Es bonito dejarte abrazar y aceptar comida y regalos.
Es bonito recordar que no has conseguido nada solo. Nunca seré independiente. Quiero depender de la tierra que me sostiene y el oxígeno que me nutre. Quiero ser capaz de tropezarme y tener la valentía suficiente para dejarme levantar y decir gracias.
Creo en ser humilde sin presumirlo, en ser bondadoso sin cuestionarlo. Creo en que darnos la mano unos a otros se convierta en lo natural y no la excepción.
He visto mucho en 27 años. He visto belleza que quita el aliento y fealdad que arruga las entrañas. Fealdad con esencia egoísta, basada en miedo e impulsada por codicia.
He sentido amor y en el amor he descubierto la esencia de la vida. He tratado de poseer lo más valioso y se me ha escapado de entre los dedos. Así he aprendido que la belleza no se atrapa, sino que se vive.
He aprendido, teorías, cosas prácticas, recetas y condicionamientos. La experiencia da conocimiento, pero puede quitar inocencia.
No pierdas la inocencia. No veas el mundo como algo viejo, en el que todo está escrito. No creas en un mundo predecible, en el que todo se explica y se mide.
Me gustan los misterios, perseguirlos y no encontrarlos.
Me gusta no saber lo que va a pasar.
Creo que la vida es mágica. Creo que todo es posible y que hay un equilibrio natural. Creo en lo que un amigo me dijo una vez, que no podemos perdernos, que no podemos alejarnos del corazón, porque éste está latiendo en nosotros.
Creo que no hay méritos individuales. No hay motivos para colgarse medallas y presumir de lo conseguido. 
Tengo 27 años y pienso mucho en la muerte. Mi sueño es morir en paz, observando un atardecer, agradecido por el tiempo, brindando por lo que fue y por los que vienen después de mí.
Pienso mucho en la muerte y tengo muchas ganas de vivir.
No terminé la universidad, pero me apasiona la educación. Me apasiona compartir con las personas, escucharlas y propiciar espacios de descubrimiento.
Me gustan las películas de Marvel, sobre todo cuando las veo con amigos.
A veces me aburro y entro a Facebook, o a Youtube. No soy muy bueno manteniendo mi ropa limpia, pero me encanta lavar platos.
En ocasiones no cumplo mis promesas, tengo envidia, o quiero más de lo que necesito.
Estoy aprendiendo. Estoy andando. Estoy viviendo. Me siento agradecido y creo en que no hace falta ser un santo, un iluminado, o carecer de ego, para emprender un camino de vida coherente.
Creo en la honestidad y la transparencia, en la fortaleza de lo vulnerable y en que los pequeños detalles cambian el mundo. Es más, creo que lo que llamamos pequeño, en general, suele ser lo más grande. Y que lo que vemos como grande, en realidad está vacío, como los cereales inflados.
Ayer cumplí 27 años de vida. Pero lo importante de los cumpleaños, no es la persona que los cumple, sino la celebración que lo envuelve. Celebrar la vida, celebrar que estamos aquí, ahora, que estamos juntos y que nuestro corazón late. Ese es el verdadero motivo de la celebración.





jueves, 2 de agosto de 2018

Terapia conmigo


-Queda menos, pero no importa lo que quede. No importa Arielito. Quedan 13 días de Bolivia, pero no hace falta contarlos. ¿Cómo te sientes?

-La nostalgia se hace hueco en mis pulmones, agrandándose de a poco en cada inspiración. Siento que el momento de partir se acerca, pero los días, irónicamente, transcurren con perezosa tranquilidad. Las mañanas se dilatan en largos desayunos y el resto del día se evapora entre labores domésticas y ocio compartido.

-¿Qué quieres decir Arielito? Tranquilo, puedes decir lo que sientas. Lo que sea. No hay presión alguna.

-¿Sabes qué? Creo que he estado un poquito distraído.  O buscando distraerme.

-Pero está bien. Está bien Ari. No tienes que preocuparte por eso. Los cambios no ocurren por forzarlos, ocurren cuando te das cuenta y “pff” cambias.

-He estado luchando por tener días productivos y sintiéndome un poco frustrado cuando vería que lo único que hacía era jugar Risk toda la tarde.

-A ver, señor dramático, no hace falta que pintes las cosas tan solo en blanco y negro. Sí, has jugado al Risk, ¿Y qué? Lo has disfrutado. Has derrochado adrenalina y te has echado unas buenas risas con tus hermanos, ¿Qué tiene de malo?
Es como que a tu modo, te exiges demasiado. Además, estás de vacaciones.

-Bueno, no me gusta mucho el concepto de vacaciones. No me gusta la noción de tener que descansar de lo que normalmente haces. Pienso que solo quieres desconectar de aquello que no te gusta.

-Tal vez, lo que de verdad te causa conflicto, es que no sabes cuándo van a terminar tus vacacione. No sabes cuándo vas a volver a tener un trabajo remunerado, en qué consistirá o dónde será. Y ese desconcierto es lo que te pone una presión encima para ser productivo ahora, para no sentir que estás en unas vacaciones eternas, siendo un flojo vagabundo.

-Quizás tenga miedo de ser flojo, pero también tengo miedo a no aprovechar el momento, de hacer cosas que me distraen, pero que no me llenan. Tengo miedo de que la vida se me pase en distracciones y que al final del trayecto no haya hecho nada significativo.

-Bueno, creo que lo que podemos decir es que piensas mucho Ari. Piensas y reflexionas mucho, y está bien. Y está bien ser crítico, observar tus acciones y sus consecuencias. Pero no te obsesiones. No te pierdas en esas críticas y ante todo, que las críticas no te impidan tratarte con respeto y cariño.

-Es verdad. Además, ahora estoy viendo que todo depende de la interpretación. Puedo ver el tiempo en Bolivia como poco productivo, pero sería muy injusto y falso. He ido al Abasto muchas veces y cargado pesadas bolsas de tomates y legumbres. He lavado muchos, muchos platos. Me he columpiado en lianas, he trepado árboles y jugado frisbee. He visto atardeceres sobre tierras rojas y lunas llenas alzarse entre los árboles. He disfrutado de guisos increíbles, pizzas al horno de leña y las mejores hamburguesas del mundo.

-Todo depende de la perspectiva, eso es muy cierto. Puedes decir que has hecho mucho, o que has hecho poco, puedes sentirte culpable o victorioso. Pero, al final ¿Qué es lo que importa?

-Todo importa. Importa despertar e importa dormir, dormir tapadito y con babas conectando tu boca y el colchón. Cada detalle y gesto importa. Importa estar aquí, mantener la casa limpia y disfrutar de cada uno de mis hermanos. Importan los rostros con los que te encuentras por la acera y los pastos de la cancha, que aguardan la lluvia para volver a verdear.

-Entonces, si todo importa, ¿Hay algo más importante por encima de todo?

-Quizás no más importante, pero sí esencial; el amor. Importa amar(te) y entregarte. Y cuando amas, da igual lo que estés haciendo. El amor es la referencia y brújula, no la productividad. Y no importa cuán vacía o carente de sentido sea la experiencia que estás atravesando, siempre puedes retornar al amor.

-¿Cómo te sientes ahora?

-Con ganas de reír. Acabo de hacer terapia conmigo mismo. ¿No es eso raro?

-Creo que todos somos raros y que dejar aflorar la rareza es algo lindo.

-Está siendo un gran viaje. Una linda experiencia. Estoy aprendiendo y disfrutando. El futuro sigue siendo un misterio y el presente sigue siendo un regalo.

-Sigamos entonces. Sigamos cantando desde la parte de atrás de una camioneta. Sigámosle cantando a las estrellas, golpeando turriles a modo de tambores, sigamos riendo sin más motivo que el de estar vivos.