-Queda menos, pero no importa lo que quede. No importa Arielito. Quedan
13 días de Bolivia, pero no hace falta contarlos. ¿Cómo te sientes?
-La nostalgia se hace hueco en mis pulmones, agrandándose de
a poco en cada inspiración. Siento que el momento de partir se acerca, pero los
días, irónicamente, transcurren con perezosa tranquilidad. Las mañanas se
dilatan en largos desayunos y el resto del día se evapora entre labores
domésticas y ocio compartido.
-¿Qué quieres decir Arielito? Tranquilo, puedes decir lo que sientas.
Lo que sea. No hay presión alguna.
-¿Sabes qué? Creo que he estado un poquito distraído. O buscando distraerme.
-Pero está bien. Está bien Ari. No tienes que preocuparte por eso. Los
cambios no ocurren por forzarlos, ocurren cuando te das cuenta y “pff” cambias.
-He estado luchando por tener días productivos y sintiéndome
un poco frustrado cuando vería que lo único que hacía era jugar Risk toda la
tarde.
-A ver, señor dramático, no hace falta que pintes las cosas tan solo en
blanco y negro. Sí, has jugado al Risk, ¿Y qué? Lo has disfrutado. Has
derrochado adrenalina y te has echado unas buenas risas con tus hermanos, ¿Qué
tiene de malo?
Es como que a tu modo, te exiges demasiado. Además, estás de
vacaciones.
-Bueno, no me gusta mucho el concepto de vacaciones. No me
gusta la noción de tener que descansar de lo que normalmente haces. Pienso que
solo quieres desconectar de aquello que no te gusta.
-Tal vez, lo que de verdad te causa conflicto, es que no sabes cuándo
van a terminar tus vacacione. No sabes cuándo vas a volver a tener un trabajo
remunerado, en qué consistirá o dónde será. Y ese desconcierto es lo que te
pone una presión encima para ser productivo ahora, para no sentir que estás en
unas vacaciones eternas, siendo un flojo vagabundo.
-Quizás tenga miedo de ser flojo, pero también tengo miedo a
no aprovechar el momento, de hacer cosas que me distraen, pero que no me
llenan. Tengo miedo de que la vida se me pase en distracciones y que al final
del trayecto no haya hecho nada significativo.
-Bueno, creo que lo que podemos decir es que piensas mucho Ari. Piensas
y reflexionas mucho, y está bien. Y está bien ser crítico, observar tus
acciones y sus consecuencias. Pero no te obsesiones. No te pierdas en esas
críticas y ante todo, que las críticas no te impidan tratarte con respeto y
cariño.
-Es verdad. Además, ahora estoy viendo que todo depende de
la interpretación. Puedo ver el tiempo en Bolivia como poco productivo, pero
sería muy injusto y falso. He ido al Abasto muchas veces y cargado pesadas
bolsas de tomates y legumbres. He lavado muchos, muchos platos. Me he
columpiado en lianas, he trepado árboles y jugado frisbee. He visto atardeceres
sobre tierras rojas y lunas llenas alzarse entre los árboles. He disfrutado de
guisos increíbles, pizzas al horno de leña y las mejores hamburguesas del
mundo.
-Todo depende de la perspectiva, eso es muy cierto. Puedes decir que
has hecho mucho, o que has hecho poco, puedes sentirte culpable o victorioso.
Pero, al final ¿Qué es lo que importa?
-Todo importa. Importa despertar e importa dormir, dormir
tapadito y con babas conectando tu boca y el colchón. Cada detalle y gesto
importa. Importa estar aquí, mantener la casa limpia y disfrutar de cada uno de
mis hermanos. Importan los rostros con los que te encuentras por la acera y los
pastos de la cancha, que aguardan la lluvia para volver a verdear.
-Entonces, si todo importa, ¿Hay algo más importante por encima de
todo?
-Quizás no más importante, pero sí esencial; el amor.
Importa amar(te) y entregarte. Y cuando amas, da igual lo que estés haciendo.
El amor es la referencia y brújula, no la productividad. Y no importa cuán
vacía o carente de sentido sea la experiencia que estás atravesando, siempre
puedes retornar al amor.
-¿Cómo te sientes ahora?
-Con ganas de reír. Acabo de hacer terapia conmigo mismo. ¿No
es eso raro?
-Creo que todos somos raros y que dejar aflorar la rareza es algo
lindo.
-Está siendo un gran viaje. Una linda experiencia. Estoy
aprendiendo y disfrutando. El futuro sigue siendo un misterio y el presente
sigue siendo un regalo.
-Sigamos entonces. Sigamos cantando desde la parte de atrás de una
camioneta. Sigámosle cantando a las estrellas, golpeando turriles a modo de
tambores, sigamos riendo sin más motivo que el de estar vivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario