jueves, 2 de agosto de 2018

Terapia conmigo


-Queda menos, pero no importa lo que quede. No importa Arielito. Quedan 13 días de Bolivia, pero no hace falta contarlos. ¿Cómo te sientes?

-La nostalgia se hace hueco en mis pulmones, agrandándose de a poco en cada inspiración. Siento que el momento de partir se acerca, pero los días, irónicamente, transcurren con perezosa tranquilidad. Las mañanas se dilatan en largos desayunos y el resto del día se evapora entre labores domésticas y ocio compartido.

-¿Qué quieres decir Arielito? Tranquilo, puedes decir lo que sientas. Lo que sea. No hay presión alguna.

-¿Sabes qué? Creo que he estado un poquito distraído.  O buscando distraerme.

-Pero está bien. Está bien Ari. No tienes que preocuparte por eso. Los cambios no ocurren por forzarlos, ocurren cuando te das cuenta y “pff” cambias.

-He estado luchando por tener días productivos y sintiéndome un poco frustrado cuando vería que lo único que hacía era jugar Risk toda la tarde.

-A ver, señor dramático, no hace falta que pintes las cosas tan solo en blanco y negro. Sí, has jugado al Risk, ¿Y qué? Lo has disfrutado. Has derrochado adrenalina y te has echado unas buenas risas con tus hermanos, ¿Qué tiene de malo?
Es como que a tu modo, te exiges demasiado. Además, estás de vacaciones.

-Bueno, no me gusta mucho el concepto de vacaciones. No me gusta la noción de tener que descansar de lo que normalmente haces. Pienso que solo quieres desconectar de aquello que no te gusta.

-Tal vez, lo que de verdad te causa conflicto, es que no sabes cuándo van a terminar tus vacacione. No sabes cuándo vas a volver a tener un trabajo remunerado, en qué consistirá o dónde será. Y ese desconcierto es lo que te pone una presión encima para ser productivo ahora, para no sentir que estás en unas vacaciones eternas, siendo un flojo vagabundo.

-Quizás tenga miedo de ser flojo, pero también tengo miedo a no aprovechar el momento, de hacer cosas que me distraen, pero que no me llenan. Tengo miedo de que la vida se me pase en distracciones y que al final del trayecto no haya hecho nada significativo.

-Bueno, creo que lo que podemos decir es que piensas mucho Ari. Piensas y reflexionas mucho, y está bien. Y está bien ser crítico, observar tus acciones y sus consecuencias. Pero no te obsesiones. No te pierdas en esas críticas y ante todo, que las críticas no te impidan tratarte con respeto y cariño.

-Es verdad. Además, ahora estoy viendo que todo depende de la interpretación. Puedo ver el tiempo en Bolivia como poco productivo, pero sería muy injusto y falso. He ido al Abasto muchas veces y cargado pesadas bolsas de tomates y legumbres. He lavado muchos, muchos platos. Me he columpiado en lianas, he trepado árboles y jugado frisbee. He visto atardeceres sobre tierras rojas y lunas llenas alzarse entre los árboles. He disfrutado de guisos increíbles, pizzas al horno de leña y las mejores hamburguesas del mundo.

-Todo depende de la perspectiva, eso es muy cierto. Puedes decir que has hecho mucho, o que has hecho poco, puedes sentirte culpable o victorioso. Pero, al final ¿Qué es lo que importa?

-Todo importa. Importa despertar e importa dormir, dormir tapadito y con babas conectando tu boca y el colchón. Cada detalle y gesto importa. Importa estar aquí, mantener la casa limpia y disfrutar de cada uno de mis hermanos. Importan los rostros con los que te encuentras por la acera y los pastos de la cancha, que aguardan la lluvia para volver a verdear.

-Entonces, si todo importa, ¿Hay algo más importante por encima de todo?

-Quizás no más importante, pero sí esencial; el amor. Importa amar(te) y entregarte. Y cuando amas, da igual lo que estés haciendo. El amor es la referencia y brújula, no la productividad. Y no importa cuán vacía o carente de sentido sea la experiencia que estás atravesando, siempre puedes retornar al amor.

-¿Cómo te sientes ahora?

-Con ganas de reír. Acabo de hacer terapia conmigo mismo. ¿No es eso raro?

-Creo que todos somos raros y que dejar aflorar la rareza es algo lindo.

-Está siendo un gran viaje. Una linda experiencia. Estoy aprendiendo y disfrutando. El futuro sigue siendo un misterio y el presente sigue siendo un regalo.

-Sigamos entonces. Sigamos cantando desde la parte de atrás de una camioneta. Sigámosle cantando a las estrellas, golpeando turriles a modo de tambores, sigamos riendo sin más motivo que el de estar vivos.



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