El otro día fui testigo de una pelea de gaviotas. Había al
menos una decena de ellas surcando los edificios, dando giros bruscos, todas
ellas persiguiendo a una de las aves, que sostenía algo en su pico. Las alas
batían con fuerza, los cuerpos se movían frenéticos, en un espectáculo
majestuoso y violento al mismo tiempo.
Hasta que por fin, después de un buen rato de persecución,
una de las gaviotas logró arrebatarle lo que tenían en el pico a la otra, pero
sin poder controlarlo, el objeto cayó al suelo, justo en medio del paso de
cebra, justo cuando el semáforo peatonal estaba en verde.
Y yo, que hasta entonces ejercía de espectador de aquella
escena, me convertí en protagonista. El objeto caído resultó ser un par de alas
de golondrina, unidas mediante carcomidas articulaciones, carentes ya de carne.
No había resto de la cabeza, ni del cuerpo, tan solo las alas.
Primero me acerqué para observarlas, y luego, sentí con claridad
lo que había que hacer.
Recogí las alas y volví a la acera. Levanté la vista al
cielo y ya no había ni rastro de las gaviotas. Al final, tanta pelea para nada.
Recorrí media calle y me metí en una placita, para luego
internarme entre una espesa mata de arbustos. Ahí en medio deposité las alas y
le dije a la golondrina que descanse en paz.
No puedo expresar lo significativo que fue ese momento para
mí.
La vida es este instante. No te confundas, me hablo a mí,
pero la voz tiene eco, y llega a lugares inesperados, y cada cual escucha lo
que puede y lo que necesita.
La vida es este instante, no es mañana ni ayer, la vida no
es sueño, ni objetivo, ni logro. Y tal vez pienses que da igual, tal vez no
quieras vivir este instante, quizás te sepa a poco. Pero la realidad es que
todo ocurre ahora. Ahora es cuando el corazón late, cuando las nubes se mueven,
despacito por el cielo, cuando los vecinos andan y sus pasos retumban. Es
ahora.
Y en este ahora está mi vida entera, la vida entera. Lo
estoy experimentando todo. Hay veces que no hay otra explicación.
Existe ese sentimiento indescriptible, que no es alegría ni
tristeza, nostalgia o añoranza, ese sentimiento que engloba, que abraza mejor
dicho.
Abrazar, que gesto tan noble, tan simple. Qué simbólico
abrir los brazos, agarrar la totalidad y cerrarlos, dejando que el todo suspire
hasta convertirse en nada, en su continuo ciclo natural.
Y es que hay un equilibrio en esta vida, hay un equilibrio
natural y profundo, algo que mueve la esencia. Hay una conexión creativa, un
algo que cosquillea, una vibración que lo sacude todo, como si de mil tambores
se trataran.
Da igual lo que hagas, lo que pienses… Da igual que mates, o
que siembres, que luches, que te sientes, que leas, que gruñas o que te
revientes. Hay un equilibrio natural y no hay nada mejor que nada. No hay nada
inherentemente malo, ni bueno, Y en estas mismas palabras me contradigo, pues
no hay verdades absolutas.
Pero hay un equilibrio natural, y en ese equilibrio hay vida
y hay muerte. Ese equilibrio no se provoca ni se logra, a ese equilibrio se
vuelve y con él se fluye, sin resistencia.
Y aunque no se quiera, todo vuelve a ese equilibrio, de una
manera u otra. Como esas alas de golondrina.
Todo empieza en este instante, en este mismo momento. Aquí y
ahora.
Abraza. Si pudiera darte un consejo, sería ese. Abraza tanto
como puedas. Abraza a las personas, a la arena, a los árboles, abraza las gotas
de lluvia y abraza el viento cuando sopla fresco. Abraza los miedos e
inseguridades, abraza esa sensación de sentirte pequeñito, abraza las lágrimas
cuando derramas tristeza. Abraza las arrugas de la vejez y la energía desmedida
de la juventud, abraza la calma del riachuelo y el estruendo de la cascada.
Abraza los días y las noches, abrázate antes de dormir y al despertar.
Todo empieza en este instante, en este mismo momento. Aquí y ahora.
ResponderEliminarAbraza. Si pudiera darte un consejo, sería ese. Abraza tanto como puedas. Abraza a las personas, a la arena, a los árboles, abraza las gotas de lluvia y abraza el viento cuando sopla fresco. Abraza los miedos e inseguridades, abraza esa sensación de sentirte pequeñito, abraza las lágrimas cuando derramas tristeza. Abraza las arrugas de la vejez y la energía desmedida de la juventud, abraza la calma del riachuelo y el estruendo de la cascada. Abraza los días y las noches, abrázate antes de dormir y al despertar.....es Todo