Cuando la soledad despierta al miedo, no estoy contigo.
Tampoco lo estoy cuando te convierto en un ideal, ni cuando pienso en ti como
un concepto. No estoy contigo cuando quiero que seas algo que no eres, o cuando
espero de ti aunque sea un “Te quiero”. Desde luego, tampoco estoy contigo
cuando te extraño, o cuando de pensar que eres mía, me entra el temor de
perderte. No estoy contigo cuando quiero hablarte y no lo hago, o cuando espero
a que seas tú la que lo diga primero. No estoy contigo cuando creo que somos lo
que fuimos, cuando vivo de recuerdos y los convierto en expectativas. No estoy
contigo cuando te miento en un intento de engañarme; porque mentir es alejarme
de ti y de mí. Y es que tampoco estoy contigo cuando no estoy conmigo.
En cambio, estoy contigo cuando me siento entero, cuando en
ti no veo a alguien que me complete. Estoy contigo cuando no te espero, ni te
busco; cuando sin pretenderlo te siento aquí, incluso sin estarlo. Estoy
contigo cuando te escribo por escribirte, sin pensar en recompensas. Estoy
contigo cuando te observo, como a un león salvaje, sin intentar hacer mía tu
belleza. Porque eres bella, pero solo porque eres libre, porque no te tengo, ni
yo ni nadie, porque ninguna jaula puede retenerte. Estoy contigo cuando te
escucho, y me refiero a escucharte de verdad, dejando que tu voz se exprese,
hasta dejarme en silencio. Y es que cuando dejo de hablar de mí, de centrarme y
preocuparme por mí, estoy contigo. Sin embargo, cuando dejo de centrarme y
preocuparme por ti, también estoy contigo, porque estar contigo significa vivir,
sin pensar que eres mi vida. Ya que no eres mi vida, eres la propia vida y
cuando vivo de verdad, estoy contigo.
Por eso, estoy contigo cuando trepo árboles y sobo rocas,
cuando cargo carretillas de tierra y relleno cuadernos con tinta. Estoy contigo
cuando como caliente y cuando bebo agua fría, estás en cada trago que refresca
mi garganta. Estoy contigo cuando duermo solo, cuando ronco boca arriba. Estoy
contigo cuando lavo los platos y barro el suelo sin pereza. Estoy contigo cuando me pierdo en el cielo, pero
no lo estoy cuando me extravío en mi cabeza.
Estar contigo es ser claro con lo que hago y lo que digo.
Estar contigo es andar sin dudas, pisando terreno desconocido, es caminar sin
planes futuros y sin miedo al olvido. Estar contigo es verte por lo que eres,
sin distorsiones, ni conclusiones, porque no eres una conclusión, ni un punto a
parte. Eres un libro sin prólogo ni epílogo, una historia sin principio ni
final.
Estar contigo es verme en ti, sentirte en mí, porque estar
contigo es estar conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario