Puede que el título impacte un poco, pero en muchas
ocasiones, escuchar la verdad no es algo placentero; sobre todo cuando se vive
en una ilusión. Sin embargo, cuando cortas los lazos de esa falsedad, ya no hay
nada que temer.
Así pues, por una vez, empecemos por el principio. ¿Qué es
eso que llamamos familia?
¿Quiénes son esos seres que nos aguantan y a los que
soportamos durante toda nuestra vida? ¿Quiénes son esas personas que
supuestamente nos cuidan y nos protegen? ¿Qué es ese grupo de individuos con el
que compartimos sangre y tal vez algún apellido?
En el momento de nacer, ya era el hijo de unos padres, el
nieto de una abuela y el sobrino de algunos tíos.
A lo largo de mi vida, he sido testigo de cómo “mi” familia
luchaba por quedarse conmigo. He visto dividirse a esos individuos en familia
paterna y materna. He visto a hermanos convertirse en lobos sedientos de
herencias. He visto a madres sacrificar su vida por sus hijos, y a hijos cargar
con la pesada losa de expectativas de sus padres.
A medida que crecía, una y otra vez escuchaba a la gente
repetirme que la familia siempre es lo primero. Todos me decían que se puede perder
todo, menos a la familia. Y aseguraban con total certeza que no hay amor que se
compare al de la familia.
Y así lo acepté yo, sin cuestionarlo demasiado. Me pasé la
vida intentando rellenar las expectativas de mis familiares, tratando de
cumplir con el rol que se esperaba de mí.
Desempeñé el papel de hijo único y caprichoso lo mejor que
pude. Hice de nieto cariñoso, interpreté a un primo travieso y me comporté como
un sobrino curioso.
¿A qué me llevó eso?
A descubrir que interpretar esos papeles me estaba matando
por dentro. Sentía que esos familiares que tanto me querían, me presionaban a
convertirme en aquello que no era, coartaban mi libertad y me hacían cargar con
responsabilidades que yo no entendía. Por supuesto, todo esto ocurría con la
mayor de las sutilezas, y sus intenciones se manifestaban escondidas entre
consejos cariñosos y honestos.
Y por mi parte, yo hacía lo mismo. Yo también esperaba que
desempeñasen los roles que les correspondían.
Es curioso, pero yo no veía a los integrantes de mi familia
como seres humanos. Nunca los concebí fuera de la etiqueta con la que los
asociaba. Puede parecer irrelevante, pero esto es algo de vital importancia. Si
no te das la libertad de conocer a la otra persona fuera del rol que desempeña,
no serás capaz de tener una relación auténtica con esa persona; ya que tan solo
te estarás basando en la imagen que has creado de ella.
¿Qué pasaría si dejaras de ver a la mujer que te parió como
a tu madre?
Puede que plantear esta pregunta asuste, pero solo si nos
atrevemos a traspasar las limitaciones de esa definición podremos encontrarnos
con el ser humano que yace bajo ella.
Creemos que refugiarnos en ese grupo cerrado llamado familia
nos aporta seguridad. Dentro de ese refugio nos sentimos seguros, respaldados y
queridos. Pero solo necesitas sentirte respaldado cuando por dentro ardes en
inseguridad. Tan solo buscas cariño cuando en ti no hay amor ninguno.
Ese es el problema con la familia, que al igual que
cualquier otro grupo, su único propósito es el de rellenar el profundo
desasosiego interior. Por eso la mayoría de los padres buscan realizarse de
algún modo a través de sus hijos. Por eso los hijos buscan el cariño y la
aprobación de sus padres. Todo es un simple movimiento de búsqueda, todos
quieren recibir algo. Al final, la familia no es más que un negocio.
La familia, si te detienes a observarlo, es un claro reflejo
de la sociedad en la que vivimos. ¿Cuáles son los valores tradicionales de
cualquier familia?
El sacrificio, el compromiso y la colaboración mutua.
En apariencia, estos valores se asumen como positivos, pero
detengámonos un momento a observar si realmente es así.
Por mi propia experiencia, puedo decir con total certeza de
que el sacrificio es algo inútil y muy peligroso. Ha habido personas que se han
sacrificado por mí, que me repetían de manera constante el esfuerzo que estaban
realizando, lo mucho que sufrían para que yo pudiera estar bien. ¿Crees que
escuchar eso es algo reconfortante?
Para mí, desde luego que no. Y debido a ese sacrificio, yo
me cargué con un enorme sentido de deuda de cara a esas personas. Yo sentía que
les debía algo, que tenía que hacer algo por ellas. Y claro, eso era lo único
que perseguían dichos individuos, recibir algo a cambio de todo lo que
supuestamente hicieron por mí.
Luego tenemos al compromiso, una palabra que se suele
utilizar sacando pecho. Y sin embargo, yo en el compromiso no veo nada más que
un contrato que se firma para sentir seguridad. En ningún compromiso hay
libertad, esa es la base de la lealtad, la rigidez. Y una vez, alguien me dijo
que lo único de naturaleza rígida es lo que está muerto. La vida se caracteriza
por la fluidez, por ser maleable y flexible; y eso es justo lo que estamos
matando cuando nos comprometemos con algo o alguien.
Y por último nos queda mencionar ese sentido de colaboración
que asociamos a la estructura familiar. El cuál está sumamente relacionado con
el sacrificio y el compromiso. Porque esa colaboración se realiza con el único
propósito de obtener algo. Da igual cual sea el beneficio que se espera
recibir, es indiferente que sea el dinero de un abuelo millonario o el abrazo
de un padre.
A veces se tiende a creer que es inevitable, o que incluso
es bueno esperar conseguir algo a cambio de nuestras acciones. Yo mismo decía
en ocasiones que el amor tiene que ser correspondido; pero eso es un completo
disparate. Cuando el cariño o la bondad emergen de manera espontánea, ni
siquiera te planteas la posibilidad de que se te compense de algún modo.
No cabe duda de que como en todo en la vida, en la familia
también hay gestos de amor y generosidad auténticos; pero por desgracia, la
mayoría de éstos están cubiertos por espesas capas de miedos, inseguridades
y una búsqueda incansable para paliar
esas sensaciones.
Puede sonar contradictorio, pero cuando dejé de
identificarme con la etiqueta de hijo y me desprendí del significado de un
apellido; comencé a observar a “mi” familia de un modo completamente distinto.
Al contrario de lo que se podría esperar, el amor que siento
hacia ellos ha renacido y brota fresco como un arroyo de montaña. Pero ese amor
no se distingue de ningún otro, no se considera más importante, ni tampoco espera
algo de ellos; al fin y al cabo, nunca me han debido nada.
Me he dado la oportunidad de verme a mí mismo y a todos esos
seres humanos fuera de esa cárcel de roles y expectativas. Y por primera vez no
tengo miedo a mostrarme con total sinceridad ante ellos. No cargo con
responsabilidades bajo mis hombros. No tengo objetivos que cumplir ni sueños
ajenos que realizar. Soy libre para vivir y expresar lo que de verdad siento.
No tengo familia, ni tampoco la necesito. De hecho, cada vez
soy más consciente de que no tengo nada. ¿No es maravilloso?
Al fin y al cabo, esa nada es TODO.
SI¡¡¡¡ GRACIAS¡¡¡¡¡¡ LIBERARME DEL PERSONAJE DE LOS ROLES ,. ESPECTATIVAS ,. ES SOLTAR EL MIEDO..¡¡¡¡¡¡¡ SI¡¡¡¡¡ SUPER¡¡¡¡¡
ResponderEliminarGENIAL¡¡¡¡¡¡¡ CRECIENDO¡ REVOLUCIÒN¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Gracias por este texto, acabas de poner palabras a algo que ni yo misma me atrevía por el tema de "Los roles". Me impresiona mucho tu forma de escribir, el señor mayor con ojos de niño me insistía y, ya ves, cómo me conocía, ¡acertó! conecto contigo. Espero coincidir algún día no muy lejano y hablaremos sólo con mirarnos, estoy segura. Un abrazo. Mayka
ResponderEliminarhttps://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-xpf1/v/t1.0-9/1454641_10152772731796006_7125092638753363278_n.jpg?oh=3b205579c8a65b578229b8b5aa21a8e6&oe=55884A40&__gda__=1433569663_cc38cc4bc38f7fb6bca95df8440a416b
ResponderEliminarSi no te das la libertad de conocer a la otra persona fuera del rol que desempeña, no serás capaz de tener una relación auténtica con esa persona; ya que tan solo te estarás basando en la imagen que has creado de ella. NOS RELACIONAMOS CON IMAGENES DE LO QUE CREEMOS ser.
ResponderEliminarsolo te estarás basando en la imagen que has creado de ella....
Me encanta tu sinceridad ... Gracias tus artículos son un punto de reflexión bastante intensos en mi vida
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