jueves, 30 de abril de 2015

All in

All in: Apostarlo todo, echar el resto.

Reserva tus energías para la última vuelta, guárdate un As bajo la manga, no enseñes tu mejor truco hasta el final. No te arriesgues, no te la juegues, analiza la relación entre pérdidas y beneficios y toma una decisión lógica.
Así se pasa la vida, entre cálculos y reservas, planificando caminos alternativos en caso de que nos falle el principal.
Y con tanta frialdad, el volcán de la vida se entibia. Porque se tiene miedo a lo que somos, a lo que nos hierve por dentro, a la pasión que eriza los pelos, al escalofrío que te invade cuando caminas al descubierto. Y no hablo de ir sin ropa, hablo de una desnudez profunda, de esa que asusta con solo pensarlo. Hablo de dejarte guiar por tus entrañas, de emprender acciones que no estén revestidas de expectativas, hablo de vivir, no de planificar la vida.
Por tanto, me gustaría preguntarte si estás dispuesto a darte la oportunidad de vivir. Por un momento, olvida las consecuencias, deja aparcada tu reputación, respira hondo, apoya tus manos en alguna porción de tierra y deja que la energía de nuestra madre naturaleza te inunde. Ahora, haz aquello que tu corazón te pide, sin contemplaciones, sin reservas. Entrégate por completo al sentir de tus entrañas, escucha tu instinto y no opongas resistencia a eso que late dentro de ti.
No hagas lo que quieras, haz lo que de verdad sientes. Hay una gran diferencia, porque cuando haces lo que sientes no hay contradicción alguna, es más, ni siquiera hay elección; es una acción inmediata y espontánea.
Sin embargo, para hacer lo que quieres, tienes que elegir y elegir significa renunciar. La elección implica conflicto y comparación, porque tienes que decidir qué camino coger y cuál dejar atrás; y sea cual sea tu decisión final, siempre quedará la duda de haber hecho lo correcto o no.
Cuando es tu corazón el que dicta tus pasos, no hay dudas, no hay bifurcaciones ni evaluaciones de pros y contras, tan solo hay acción.
¡Eres libre! No te enredes con pensamientos. Coge un pincel y cubre de colores un lienzo, entona la melodía de tu pajarillo interior, baila y mueve con desenfreno tus caderas. O si lo prefieres, siéntate, cruza las piernas, busca algún tronco que te haga de respaldar y cruza los brazos por detrás de la cabeza. Túmbate sobre la hierba y deja que pique, mira el cielo y admira el movimiento de las nubes sin prisas. Llama a alguien que quieres, abraza a alguien que amas o dale un beso a un desconocido. Acaricia una flor, o a un perrito, pero asegúrate de alimentar de cariño a las criaturas vivientes. Escribe si las emociones quieren salir en forma de letras, y conversa con el silencio cuando tu cabeza se atolondre. Come sin contar calorías, que el rugir de tus tripas sea tu nutricionista. Bebe agua y deja que te resbale por los labios y la cara. Ya de paso, date un chapuzón, flota sobre algún océano, navega por el río o salta desde el acantilado. Sal a la calle y mira a la gente a los ojos, mira a cada una de las almas que se cruza por delante y siéntete parte de la especie humana. Duerme tranquilo, apaga la alarma, aunque sea por un día. Despierta con calma, revuélvete entre mantas, bosteza sin reprimirte y pon los pies en el suelo tan solo cuando estés preparado.
El mundo ya tiene demasiadas cabezas con patas, cargadas de conocimientos y reglas. Cabezas frías, divorciadas del cuerpo, encerradas en su propia redondez.
El mundo está ávido de espontaneidad, de corazones que latan sin miedo, corazones que llenen de sangre calentita al cerebro.
El mundo no necesita más gente planificando el modo de ganar la carrera. El mundo necesita gente de piernas inquietas, que no se reserve energías para la última vuelta. Porque la vida no es una carrera y el único motivo para correr es la libertad de poder hacerlo.
El mundo ya no necesita trucos, y mucho menos de esos que se guardan para el final. El mundo no necesita más varitas ni chisteras, necesita magia auténtica, de esa que brota en las sonrisas.
El mundo necesita gente que se arriesgue a desafiar la lógica de las estadísticas.
Ha llegado el momento de poner todos los Ases sobre la mesa y hacer un All-in.





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