jueves, 4 de junio de 2015

Al mirar por la ventana


Hay una ventana hacia el cielo. Hay cristales que enseñan golondrinas pasar, pajarillos que canturrean sobrevolando el atardecer. El horizonte es morado, es azul y anaranjado. El mar ruje cerquita a mis pies y las montañas exhiben su verdor ante mis ojos.
¿Qué sentido tiene pensar en mañana? Ese esquivo día que viene después de hoy. Ese día no existe y casi todos le han entregado su vida.
Hoy estoy aquí. Hoy estoy vivo y todo cuanto puedo hacer, todo cuanto puedo sentir y sudar, pertenecerá por siempre a este instante. No hay nada más allá. Mis sueños, la fuente de las ideas, el volcán de la imaginación, los mayores temores, los llantos de la infancia y los pasos en falso; todo está aquí.
No sé cuántas veces más escribiré acerca del futuro, no sé si en algún momento no tendré más temas de qué hablar. Pero siento que siempre, siempre habrá algo que decirme. Porque día a día, me descubro alguna nueva mentira que me estoy contando. Cada día hay una nueva lección de humildad que aprender, otro escalón que descender; porque la vida no consiste en llegar a lo más alto, sino de profundizar en el vasto mar de sangre caliente, ese que se revuelve bajo el pecho.
Y en la ventana, ya no hay golondrinas, ni sol tras las montañas. El azul se oscurece junto con las olas y las estrellas se preparan para emerger.
Y yo, yo estoy aquí. Consciente de que la certeza no se expresa con palabras, porque lo que es cierto no pretende demostrarse ni convencer. La autenticidad tiene las piernas flexibles y en sus ojos rebosa sensibilidad, viste sencillo y carece de razón, porque todo cuanto la impulsa es el corazón.
¡Cuánto esfuerzo! Cuánto esfuerzo he invertido buscando, almacenando y generando conclusiones. Me he definido a mí mismo, a la vida, a los árboles y hasta me hice un concepto de la verdad. Todo para darme cuenta de que cuánto menos retienes, más libre eres; cuánto menos dices que sabes, mayor es tu apertura para el descubrimiento.
Ser firme y mantenerte flexible. Ser fuerte con el corazón al descubierto. Observar con precisión, sin excusas, sin justificaciones, pero sin juicios. Hablar con sinceridad, sin que la lengua se embelese con su propio sonido. Respetar sin miedo. Amar sin prudencia. Comer sin mesura, pero con inteligencia. Morir en cada instante, nacer con cada momento. Vivir en armonía pero con fuego en el corazón. Dejar que las llamas ardan, pero que no te conviertan en ceniza. Ser humilde sin pretenderlo, reconocer tus talentos sin apropiarte de tus dones. Abrazar como un oso, con la ternura de una madre y la libertad de una golondrina. Observar la virtud ajena sin envidiarla ni pretenderla, Navegar entre tus miedos con total honestidad, sin temor al naufragio, sin buscar terreno firme. Abandonar los trajes del engaño, despojarte de mentiras, caminar descalzo de apariencias. Mirar el cielo estrellado, sin tacharlo de grande, sin sentirte pequeño. Sentir el invierno en tus venas cuando sopla el viento y se empañan las nubes, y no cubrirte de abrigos. Sentir sin ahogarte en emociones. Pensar sin complicarte, adelantarte o enredarte. Razonar, pero mantener las tripas calientes. Cantar, como te salga, con lo que brote de tu garganta, sin desperdiciar tu voz en pos de oídos que te entiendan, porque la melodía es solo tuya, y de nadie, y de todos; al mismo tiempo. Abrir los ojos ante el dolor, aguzar las pupilas ante la injusticia, pero dejar que la justicia se manifieste por sí sola. Porque la justicia, la que es buena de verdad, esa no se encuentra, ni se lucha por su causa, no causa muertes, no provoca guerras ni se organiza en religiones. La justicia late en las venas de la libertad.
Libertad, ¡Qué palabra! Cuántas canciones ha inspirado, cuántas páginas ha escrito, cuánta sangre ha derramado, cuánta confusión genera y cuántos pulmones mantiene vivos. Y  pesar de todo, solo es libre aquel que se atreve a vivir sin miedo, ese que se funde con la nada. Cuando tu casa es solo un techo, cuando dejas de creer que lo que tienes es tuyo, cuando dejas de construir el muro de tu identidad y te aventuras a descubrirte con cada amanecer, cuando la muerte es una puerta y vida todo lo que hay detrás de ella, entonces, solo entonces, eres libre. 




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